La retracción de la economía brasileña ya interrumpió la caída de la oferta de mano de obra doméstica observada desde 2008, período en el que el crecimiento del país amplió el acceso a la educación y las alternativas de trabajo.
El emparejamiento de la renta de la clase media y el aumento de los requerimientos para la contratación de empleadas domésticas introducidos por la nueva reglamentación del trabajo en el sector amenazan, por otro lado, con debilitar la demanda de ese tipo de profesionales en el país.
Los especialistas consideran que la combinación de esos factores puede afectar a los salarios abonados o a los modelos de contratación, pero no estiman un alta del desempleo o de la informalidad.
"No veo que ese mercado esté en retracción. Como la distribución de la renta es favorable a los más ricos, la tendencia es que las clases más altas continúen teniendo este tipo de mano de obra dentro de su casa", afirma la economista Hildete Pereira de Melo, profesora de la Universidad Federal Fluminense (UFF) que investiga el trabajo doméstico desde hace más de 30 años.
La investigadora evalúa que, ante la crisis económica, los salarios de los trabajadores domésticos pueden "bajar" y las familias pueden pasar a preferir a personas que trabajen por día, para no tener un vínculo que califique como empleo y evitar el pago de la carga impositiva que eso conllevaría.
Los números del IBGE muestran que el total de trabajadores que actúan en el mercado doméstico subió ligeramente este año. Cimar Azeredo, coordinador de Trabajo y Rendimiento del IBGE, dice que la variación todavía es pequeña, pero indica una estabilización de un mercado que estaba en caída.
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